"Hay gentes tan llenas de sentido común, que no les queda el más pequeño rincón para el sentido propio".
Miguel de Unamuno (1864-1936) Filósofo y escritor español.
domingo, 13 de abril de 2014
El destape de la condesa
Para algunos no ha sido ninguna sorpresa descubrir las verdaderas maneras de la expresidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre. Pese a su capacidad de parecer otra cosa distinta de lo que realmente es muchos aunque no los suficientes ya sabíamos cómo se las puede llegar a gastar esta señora. El incidente de la Gran Vía y especialmente lo que vino después lo han puesto de manifiesto.
Pero no era mi intención hablar aquí de dicho incidente, ya se ha escrito lo suficiente de él como para saber que la condesa no tiene ni excusa ni razón ni en sus actos ni en su defensa..El artículo lo escribo para hacer notar que el tipo de persona de la que hablo no es más que la fiel representación "mejorada" del tradicional señorito español.
El señorito español es comúnmente representado como un potentado andaluz con pretensiones aristocráticas, impoluto traje de montar, sombrero cordobés y fusta en mano que desde la altura que su caballo le dicta órdenes a "sus" labriegos y guardeses con la suficiencia del que se considera sobrado, superior y sagrado. Las realidades de estos personajes son muy distintas a las del resto de los mortales. Las leyes comunes a ellos no se les aplican y su suficiencia económica y su poder social les hace inmunes a los problemas comunes de resto del pueblo. Muchos creen que esa figura del señorito ya no existe sólo porque se han dejado de ver por los pueblos andaluces señoritos a caballo pero la realidad es otra. De la misma forma que los labriegos ya no aran sus tierras con mulas los señoritos ya no se pasean a caballo. Han evolucionado y ahora han abandonado el campo y se han trasladado a las ciudades ocupando cargos políticos y puestos en direcciones de empresas, dejando el caballo sólo para lucirse en la feria de abril o cambiándolo por el flamante 4X4 de Porche o por el yate en Mallorca.
Un ejemplo de cómo se pasea un señorito de hoy en día por lo que considera "sus dominios"
Esperanza Aguirre es un ejemplo claro de uno de esos señoritos españoles. Para todos es público y conocido que se trata de una persona de sangre aristocrática, exactamente como la de los demás pero con denominación de origen, vamos, potentada económica que no necesita trabajar para vivir a la que 9.000 euros al mes no la dan ni para la ropa, y con poderes políticos de muy alto rango que ejerce en cuanto puede, recordemos la estación del AVE de Guadalajara sin más. Tan sólo nos quedaba confirmar que en su vida privada responde a ese otro rasgo de los señoritos que les hace considerarse una casta especial.
Esta sexagenaria, como ahora le ha dado por llamarse a sí misma, dejando el coche bloqueando el carril bus de la Gran Vía como si eso fuese una acción normal en el día a día de la ciudad de Madrid demuestra que no vive la misma realidad que el resto de los madrileños. Quizás como está acostumbrada a que su chófer oficial se encargue de gastar gasolina pública al mover el coche dándose "un par de vueltecitas" mientras ella saca dinero de un cajero, demuestra con su coche particular no conocer la realidad de esta ciudad ni la de sus habitantes. Al mismo tiempo, con su prepotencia ante los agentes, su ridícula fuga y sus desafortunadísimas declaraciones posteriores sigue demostrando que ella se sabe superior a los demás y que está dispuesta a ejercer su puesto. Despreció la ordenanza municipal y a todos los madrileños con su egoísta gesto, reprochó a los policías su actitud con su frase de "multita y bronquita", les ninguneó al encomiarles a que la buscasen en su casa si querían algo, les despreció al salir a la fuga llevándose por delante la moto, les ignoró en su órdenes de detener el vehículo y por último les atacó a través de sus declaraciones en todos los medios de comunicación a los que tuvo acceso. Hizo todo eso porque es todo un señorito, ignora la realidad de los que están por debajo suya, tiene el dinero suficiente como para permitirse pagar las multas de sus desmanes y se sabe poderosa como para no tener que aguantar los problemas que le puede reportar vivir en sociedad. Vive en otra realidad que la hace no sentir empatía por todo aquel que no sea como ella.
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