Hasta hace 30 años el resto de europeos nos miraban a los españoles con la curiosidad típica de lo exótico, lo auténtico, lo rural. “Ispain is diferen” se decía que decían cuando hablaban de nosotros. Por lo visto lo hacían pensando en cosas como la manera de tomarnos la vida, nuestra forma de ser, la calidad de nuestras playas, nuestro clima o nuestra comida. Hoy en día dicen que dicen exactamente lo mismo sólo que ahora ya sabemos que lo que realmente dicen se escribe "Spain is different" y que ahora lo dicen pensando en asuntos tales como nuestro insostenible nivel de paro, nuestra elevada deuda, nuestro exageradísimo nivel de fraude a la hacienda pública o nuestra corrupta casta política. Si no sabes de lo que hablo echa un vistazoal artículo Yo soy español, español, español... versión 2013
Curiosamente, pese que para la mayoría de los europeos cumplo con esa imagen, ser un español medio no me convierte en una mala persona a ojos del resto de la sociedad española. Seguramente porque una gran parte de la sociedad participa también de estas cosas que nos critican y que sabemos son práctica común entre nosotros.
Pero eso no quiere decir que lo que hacemos esté bien. No lo está y somos conscientes de que cada vez que lo hagamos estaremos perjudicando al resto de la sociedad en la que vivimos y por ello nos estaremos perjudicando a nosotros mismos.
Ese es mi presente y ese ha sido mi pasado, pero eso no me deslegitima para querer cambiar el futuro. He decidido que mi futuro empieza hoy, ya, ahora mismo. Lo primero que haré será empezar el cambio por mí mismo. La solución no es pedir a papá Gobierno que haga leyes para que me impida caer en esas prácticas que he llevado hasta hoy día, para más tarde encontrar la manera de evitarlas. La solución está en que yo tenga claro el tipo de sociedad en la que quiero vivir y que, en base a ello, cambie mis ideas y acciones y así pueda mejorarla. La solución continua porque justo después de empezar por mi mismo reclame lo mismo a quien convive conmigo para que juntos exijamos a su vez lo mismo a los nos rodean. Así entre todos podremos impulsar el cambio de esta sociedad que claramente hace aguas en su concepto más básico.
Pero todo esto no podrá llevarse a cabo si no conseguimos que los políticos cumplan con esa idea de sociedad. Hago hincapié en los políticos porque ellos son los que tienen la sartén por el mango. Por nuestras propias leyes son ellos los únicos que ostentan el poder de cambiar las cosas. Nos mienten, dicen que en democracia el poder reside en el pueblo pero ellos han hecho lo imposible para conseguir que no sea así. Han relegado en el pueblo la capacidad de elegir al que está en el poder pero desde el momento en que los elegidos no ajustan sus políticas a sus promesas electorales están quitándonos el derecho a decidir lo que queremos que sea este país y se lo están quedando ellos. ¿Qué poder decidir sobre lo que conviene a mi sociedad tengo si aquel al que elijo en representación mía hace lo contrario de aquello por lo que le elegí?
No nos engañemos, la guerra de clases llevada a cabo en el siglo XX está muy lejos de haberse acabado y nada cambiará en este país si los políticos no cambian antes. No sólo hablo de un cambio de actitud, hablo de un cambio de personas. Dado que los privilegios que tienen son muchos y muy atractivos y que sus actitudes y acciones distan mucho de demostrar que apoyan ningún cambio social que altere su actual estatus, mucho me temo que no bastará con pedirles amablemente que dejen sus puestos para que otros nuevos los ocupen. Además ellos ostentan también el poder judicial ya que eligen a los jueces que tienen la última palabra en los asuntos más importantes, con lo que rompen la división de poderes necesaria para que este sistema que tenemos pueda funcionar correctamente. Como también controlan el sistema electoral no es admisible eso de que “crea un partido y preséntate tú, a ver qué consigues”. Hablamos de organizaciones mafiosas, sería demasiado decir que siguen siendo partidos políticos, que reciben enormes cantidades de dinero público para sus campañas, capaces de conseguir muchísimo más dinero por las aportaciones de sus “benefactores secretos” y capaces de sacar decenas de millones de euros en contabilidad B con la que jugar sucio. ¿De veras alguien se cree que alguien presentarse a competir con ellos en unas elecciones en igualdad de condiciones? No se que me hace pensar que los políticos no están por la labor de que nada de eso pase y que si queremos que algo cambie deberemos obligarles a que lo dejen. Pero si lo hacemos debemos ser conscientes del paso siguiente, deberemos obligar a quienes los sustituyan a que cumplan con lo que se esperaba de estos y que no han cumplido. Y lo más importante de todo es que debemos ser conscientes de que quien
más tendrá que trabajar para que todo eso se cumpla somos nosotros
mismos, que nos debemos obligar a seguir nuestras reglas
autoimpuestas y deberemos velar por obligar a los demás y en especial a
quien nos gobierna a que las cumplan. No puede volver a pasar que nos desentendamos de nuestra obligación de ciudadanos a participar activamente en lo que nos atañe a todos y a ejercer el control sobre quien gobierna.
Podemos hacer dos cosas. Podemos dejar que la situación siga igual que está y que a España se la reconozca internacionalmente por ser sospechosa de hacer trampas en todo, hasta en las victorias de nuestros deportistas, o tratar de cambiarlo para que volvamos a estar orgullosos de ser “DIFFERENT”.
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