Años de trabajo y esfuerzo, meses esperando licencias, miles de horas rebuscando en viejos volúmenes de pergaminos enmohecidos, cientos de horas al sol en las excavaciones... todo aquello era esfuerzo ridículo e innecesario que los demás habían gastado. Nadie había conseguido tanto en tan poco tiempo y esfuerzo como él.

Pero nadie, ninguno de todos aquellos eminentes egiptólogos había conseguido lo que él. Tan sólo le había costado 5 minutos, un par de clics en EBay y 50 dólares americanos aunque eso jamás lo revelaría. ¿Quien se iba a creer que le había resultado tan sencillo, cómodo y barato conseguir el carnet de la Antigua Biblioteca de Alejandría de Alejandro Magno?
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