miércoles, 29 de enero de 2014

Fin de la amenaza. Comienza el trabajo.

Al fin se ha hecho una realidad el deseo de muchos, el intento de privatización de la sanidad pública de Madrid se ha ido al traste. El Presidente de la Comunidad de Madrid, Ignacio González, ha retirado su plan y el Consejero de Sanidad, Fernández-Lasquetty, ha dimitido de su puesto. Tras meses de lucha laboral, social y judicial se retira el plan que entregaba a empresas privadas la explotación de nuestra salud.

En contra de lo que el PP defendía con esta reforma privatizar el sistema sanitario no es la mejor forma de conseguir una mejora de calidad y un menor coste económico. La lógica nos dice que si una empresa privada puede conseguir un nivel de calidad X a un coste Y a la vez que obtiene unos beneficios Z un gestor público debería poder conseguir lo mismo y usar al mismo tiempo los supuestos beneficios Z para seguir mejorando el sistema. Con el mismo coste se conseguiría la mejora del sistema o bien por ahorro al no haber beneficio alguno para ninguna empresa privada o debido a la inversión del dinero no gastado. Con la gestión privada no hay esa posibilidad, no olvidemos que su intención al entrar en el negocio es buscar beneficios económicos para ellos y no beneficios sanitarios para todos. Además hay que decir que el sector privado funciona razonablemente bien en cuanto a ajustes de costes y beneficios cuando existe competencia y en este tema no la hay. Las empresas que creen un hospital no van a tener otro al lado compitiendo por los clientes así que el asunto terminaría en monopolio. Cualquier intento de privatizar el sistema actual resultará en un empeoramiento del servicio ya bien sea en forma de pérdidas de puestos de trabajo, en falta de recursos o en una asistencia acelerada y de baja calidad. Eso o un mayor coste.


Esta marcha atrás en el proyecto debe suponer una alegría para todos. Estaba en riesgo una sanidad pública que, si bien tiene serios problemas de financiación y también de límites en su capacidad de atención a los ciudadanos, es una sanidad de un nivel altísimo, tal y como reconocen todos los organismos internacionales que tienen relación con la sanidad. Todos ellos coinciden en que tenemos lo mejor de lo mejor que se puede conseguir en sanidad y que lo conseguimos a un precio muy inferior a lo que otros países consiguen por una sanidad muy inferior.

Bien, y ahora que ya no se va a privatizar ¿qué? Tenemos un problema con la sostenibilidad del sistema luego algo hay que hacer. Si el PP considera que es posible hacer una sanidad igual que la que tenemos pero más barata con una gestión más efectiva ¿a qué espera para hacerlo? ¿Acaso no se suelen poner ellos como ejemplo de lo que es saber llevar adelante una buena gestión? ¿Porqué necesitan entonces poner a terceros a realizarla? A ver si es que no van a ser tan buenos gestores.  

Las déficits de la sanidad no van a desaparecer por arte de ánimo popular así que se impone iniciar medidas que ayuden a cambiar esta situación. Aquí van mis propuestas:
  1. Maximizar la amortización de las instalaciones. Tenemos enormes instalaciones vacías al tiempo que creamos nuevas que también quedarán vacías. Esto de crear hospitales sin medida ya se ha acabado con la crisis pero falta darle el mejor uso posible a lo que ya existe.
  2. Mejorar la productividad de los trabajadores. Hay muchas cosas a hacer. La mayoría se podrían llevar a cabo con todo el estamento del trabajador público.
    1. Control del horario del personal. No son pocos los servicios médicos que tienen serios problemas para cumplir con sus horarios de consulta, tanto para comenzarlas a tiempo como para terminarlas pasados de hora.
    2. Introducir sistemas de incentivos. No se puede valorar de la misma forma a un médico que consigue curar a sus pacientes con uno que no lo hace. Igual para el resto del personal.
    3. Ampliación de horarios. Hay que hacer que todo el personal público trabaje en jornadas de mañana y tarde. No se puede seguir permitiendo que el sistema tenga un horario tan reducido porque ciertas categorías tengan jornada exclusiva de mañana y así que las tardes haya que pagarlas en forma de guardias.
    4. Control de los tiempos de ingreso y de consulta.  Estos se han de ajustar a lo estrictamente necesario para sanar al paciente. Ni más NI MENOS. Pocos gerentes realizan un seguimiento de este tema.
    5. Mantener en funcionamiento el máximo de tiempo posible las instalaciones y el aparataje del que disponemos. No tiene sentido disponer de salas y salas de aparatos de radiología, gimnasios de rehabilitación, quirófanos, etc... y que estos estén vacíos e inactivos desde las 3 de la tarde hasta la mañana del día siguiente.
    6. Mejorar la coordinación de los profesionales. Los quirófanos son un ejemplo de descoordinación. Éstos, incluso con las intervenciones ya programadas, pasan demasiado tiempo vacíos con tiempos muertos casi siempre por la falta de alguno de los profesionales que han de actuar durante la intervención
  3. Universalizar la información clínica. Es increíble que tengamos DNIs digitales y que una misma persona tenga información individual en cada centro sanitario que le ha atendido y que no puede ser consultada entre centros. Es imprescindible unificar y universalizar la información para evitar errores y repetición de pruebas y atenciones.
  4. Revisar el gasto farmacéutico. Es inaceptable que en el 2014 aun estemos recetando cajas de medicamentos a sabiendas de que sobrarán pastillas que terminarán en la basura. La gestión de fármacos por dosis unitaria hace tiempo que está instaurada en los Hospitales. ¿A qué esperamos para ponerla en práctica en las farmacias al nivel de la receta?

También un buen gestor económico podría hacer grandes mejoras:

  1. Centralizar las compras, como poco a nivel de CCAA. Si elementos como las gasas, los pañales o las jeringuillas son idénticos entre distintos centros ¿porqué se compran de manera individual? ¿Acaso no se podrían hacer comprar masivas que rebajasen los precios? Además ese tipo de compras obligarían a hacer concursos públicos en muchas cosas que hoy en día están escapándose del control al que están obligadas las compras públicas por las malas praxis de los gestores.
  2. Es necesario que el paciente sea consciente de lo que cuesta su salud. La entrega de la factura sanitaria al paciente no es una acción que directamente genere mejoras en los costes pero el que no sabe lo que le cuesta algo tiende a despreciarlo.
  3. No se pueden seguir construyendo más y más edificios sanitarios a la vez que los que ya se tienen van vaciándose. Ya hemos visto que no podemos hacerlo todo al gusto de todos así que por una vez Mahoma tendrá que ir a la montaña.
  4. Fomentar la transparencia en los procedimientos de compra. Esto ha de ir unido a una reducción de las gestiones a realizar en estas operaciones. No se consigue ahorrar dinero en las compras si éstas son largas y tediosas de realizar e influyen negativamente en las cargas de trabajo de múltiples personas.
  5. Desarrollar un sistema de reutilización de los recursos obsoletos. La gestión de la baja del material inventariable de los centros públicos es una gestión compleja y dilatada que no reporta ningún beneficio. Por ejemplo, la sustitución de equipos de radiología, de material informático o de equipos de monitorización por unos nuevos no suele llevar acompañada ninguna recuperación de la inversión realizada en los equipos que se sustituyen. Ni siquiera es fácil la donación de dicho material a ONGs. La norma es que de ese dinero no se recupera nada.
Seguramente hay muchas otras cosas más que hacer pero con que sólo se hiciesen algunas de esas que comento se conseguiría un gran impacto en el sistema que se debería notar en los costes.

Hay mucho por hacer. Si pensamos que la Sanidad pública está bien tal y como está estaremos cometiendo un serio error que no nos podemos permitir. La revisión del Sistema Sanitario es primordial y para eso hacen falta verdaderos gestores de lo público, no mercachifes que entreguen el negocio a amigos que sólo buscan interés económico explotando nuestra salud. La sociedad ha conseguido pararles. Es ahora cuando realmente empieza el trabajo duro.




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