jueves, 8 de enero de 2015

No demos a Dios lo que es del Cesar

A raíz del atentado sucedido entorno al Charlie Hedbo estoy leyendo comentarios dirigidos a señalar a los dirigentes políticos pero especialmente religiosos, como los responsables últimos de lo sucedido, como si de un problema de manipulación de masas se tratase. Conviene recordar que en ciertas sociedades, política y religión siguen teniendo una estrechísima relación hasta el punto de que es la religión la que marca las decisiones gubernamentales más cotidianas.

Todas las religiones antiguas tienen preceptos que son contrarios a la actual forma de entender el mundo, incluida por supuesto la cristiana, y normalmente no pasa nada especial por ello. El problema nos llega cuando unos pocos deciden que la mejor manera de conseguir sus propios objetivos es la de convencer a todos los demás de que en los preceptos religiosos se encuentra la justificación para todo, incluido cualquier acto violento.

 De las religiones antiguas más seguidas en la actualidad las únicas que aun contemplan abierta y públicamente esa justificación son la musulmana y la judía. No hacemos bien al cerrar los ojos a esta realidad creyendo que si actuamos contra ella estaremos cometiendo un acto de xenofobia. Si somos suficientemente adultos para darnos cuenta de si descuidamos nuestras obligaciones como ciudadanos a la hora de involucrarnos en la política del país deberíamos serlo igualmente para saber que debemos posicionarnos con respecto a estos asuntos y, si llega el caso, corregir a quienes están actuando violentamente justificando sus actos en su religión.

 Cada vez estoy más convencido de que la acciones que hace tiempo algunos gobiernos impusieron y que fueron criticadas por otros como prejuicios religiosos, tales como prohibición del velo en lugares públicos, prohibición del velo en los colegios, prohibición de las ablaciones... todas ellas están justificadas, y lo que es más, son absolutamente necesarias. Una cosa es respetar las creencias religiosas y otra distinta es aceptar que es juicioso aceptar cualquier precepto religioso, incluido los que afectan a alguien más que a uno mismo. Si una creencia sobrepasa el ámbito de lo privado para saltar a lo público tiene todo el sentido que sea la sociedad la que de su visto bueno a la decisión de permitir poner en práctica dichos preceptos religiosos. Es en ese momento en el que vemos que, dado que sociedad somos todos, es necesario que todos nos involucremos en respetar cualquier creencia al tiempo que, si es necesario, hagamos el mismo esfuerzo en corregir cualquier hecho que la sociedad no acepte de buen grado.

 Sí, son unos pocos los que manejan los hilos de las religiones, son pocos los que manipulan a las masas, pero éstas son formadas por millones de personas, todos nosotros, que deberíamos comportarnos como personas racionales que somos, actuar en consecuencia y combatir las soflamas que están llevando a unos ya no tan pocos a matar según su criterio. Que nadie escurra el bulto en algo tan importante como esto, sí, unos pocos manipulan pero los tiros los dan los manipulados y nos los dan al resto que no estamos respondiendo como deberíamos. Al Cesar lo que es del Cesar, a Dios lo que es de Dios.




2 comentarios:

  1. No cambiaría ni una coma. Es un intento de hacer creer que cualquier desacuerdo se basa en la xenofobia...qué argumento más ruin y manido, pero, afortunadamente, cada día hay más gente rebelándose contra ello de una forma totalmente legítima. El problema es que no se puede ser tolerante con el intolerante, ni permitir que los logros obtenidos tra arduas y duraderas luchas de varias generaciones, se vean ahora pisoteadas porque lo permitimos amparándonos en la tolerancia...¡NO! Igual que se pide tolerancia cero al maltrato en el caso de la violencia de género, se ha de pedir tolerancia CERO al maltrato basado en vejaciones y mutilaciones a la mujer y me da igual que ellas mismas digan que no lo son....tampoco reconocen los malos tratos todas las mujeres maltratadas. Lo son en nuestra sociedad porque así lo hemos considerado y trabajado para eliminarlas y no podemos consentir que venga nadide a hacernos creer lo contrario ni mucho menos aceptarlas. En nuestra sociedad, no y sí, todos somos responsables, sobre todo por omisión y porque con ella, demostramos una gran falta de respeto a nuestros antepasados que cayeron como defensores de las libertades.

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